Leemos la palabra estrés y nos ponemos tensos. Pero ¿qué nos dirías si te dijéramos que en realidad el estrés es bueno? No, no te apresures. Solo en su justa medida. Aquí te lo contamos todo sobre el estrés, y te damos algunos consejos para evitar el malestar que puede producirte una extrema exposición a él.
ÍNDICE DE CONTENIDOS
1. Diferencias entre eutrés y distrés
Diferencias entre eutrés y distrés
El estrés se describe popularmente como una sensación de cansancio extremo que lleva a trastornar realmente nuestro ánimo. ¿Es esto cierto? Sí y no. La verdad es que un poco de estrés es un indicador de buena salud; el problema, una vez más, es el desequilibrio. Te lo explicamos.
¿Qué sucede en nuestro cuerpo cuando tenemos una actividad importante y nos aceleramos? Significa que nuestro organismo ha puesto en marcha un mecanismo de defensa que consiste en un incremento del ritmo cardíaco y de la producción de cortisol, con el objetivo de evitar que la situación de peligro nos lleve a mostrarnos vulnerables y a tomar decisiones que nos puedan poner en peligro.
Suena exagerado pero en verdad se trata de una respuesta natural que nos viene de nuestra memoria más antigua y es uno de los recursos de los que dispone (y ha usado) nuestra especie para sobrevivir. Dicho mecanismo se conoce con el nombre de eustrés, y viene a ser el estrés positivo. El eutrés nos otorga la energía y el empuje que necesitamos para afrontar una situación difícil, como puede ser un compromiso importante, un examen o situaciones que requieren de nosotros una actitud despierta y una buena predisposición.
Pero ¿qué ocurre cuando nuestro organismo se mantiene en estado de alerta y desarrolla esta defensa ante situaciones que no la requieren? Nos exponemos al distrés, o estrés negativo, y debemos hacer lo posible por salirnos de él porque sus consecuencias pueden ser peligrosas para nuestra salud. El distrés viene acompañado de un desorden fisiológico que se ve reflejado en un aumento de las funciones de nuestro organismo y por tanto de los recursos necesarios para llevarlas a cabo.
A partir de ahora cuando hablemos de estrés haremos referencia a este segundo, es decir, al que se encuentra vinculado al trastorno clasificado de forma homónima.
Qué es el estrés
A veces se habla con cierta ligereza de este trastorno, sin embargo, puede ser realmente serio al facilitar la aparición de determinados problemas en nuestra salud, que pueden ser físicos o emocionales (leves o crónicos).
El estrés es una experiencia emocional que se caracteriza por presentar cambios bioquímicos (modifican la estructura química del organismo), fisiológicos (modifican elementos claves de la fisiología) y conductuales (provocan cambios en la conducta). Cuando nos exponemos a estos cambios de forma persistente y el estrés se convierte en algo crónico, sus efectos pueden ser totalmente nocivos para nuestra salud.
Una cantidad excesiva de estrés puede provocar problemas en nuestra salud como déficit en nuestro sistema inmunitario, y afecciones en el sistema cardiovascular y el sistema nervioso central. En ocasiones estas afecciones pueden ser severas, por eso exponerse a altos niveles de estrés durante un tiempo prolongado puede ser realmente peligroso. Cabe mencionar que cuando se convierte en una dolencia crónica no puede gestionarse sin un cambio drástico en nuestro rutina y el debido acompañamiento terapéutico.
Relación entre el estrés y la falta de tiempo
En nuestra época el estrés se encuentra muy relacionado con la falta de tiempo. Nos hemos entregado a una rutina que consiste en llenar nuestro tiempo con actividades de todo tipo y, a veces, ni nos damos cuenta de que hemos renunciado a nuestro tiempo de esparcimiento.
El estrés académico y el estrés laboral son dos de las clasificaciones más comunes de trastornos de este tipo. Las personas que las padecen se encuentran sometidas a sistemas educativos y laborales que les impulsan a dejar a un lado su tiempo libre para dedicar cada vez más tiempo al estudio y al trabajo. La falta de horas de sueño y de tiempo para el ocio, las lleva a vivir tensas y a desarrollar una actitud nerviosa frente a la vida.
El estrés opera en ellos como una forma de autodefensa frente al peligro de la extenuación; sin embargo, lo que necesitan no es más energía para hacer más cosas, sino organizar sus prioridades y recuperar el tiempo para el descanso, la relajación y la intimidad.
Es evidente que la hiperconectividad y las numerosas oportunidades que nos ofrece el mundo globalizado nos llevan a estar siempre invadidos por el ruido de los otros,
sus vidas y sus actividades, y ésto nos impulsa a distraernos y a no ocuparnos de los más importante: nosotros mismos. En lugar de ayudarnos a dedicarnos a algo que nos gusta, genera en nosotros un efecto contraproducente, nos recuerda todo lo que deberíamos haber hecho y lo que podríamos hacer tal y como nos muestran los demás en sus “timelines” Y esta sensación de vacío colabora con un aumento crucial de la tensión y nos conduce al estrés.
Si pudiéramos recuperar el silencio y la calma, seguramente nuestra calidad de vida podría mejorar y con ella nuestra felicidad. ¿Te animas a intentarlo?
Estrategias para gestionar el estrés
Para mantener nuestra salud en equilibrio y superar el estrés, lo mejor es desarrollar mecanismos que nos sirvan para colaborar con el buen desempeño de nuestro cuerpo. En relación al estrés, poner en marcha una serie de estrategias que nos permitan gestionarlo puede ser fundamental para lograr este objetivo.
A continuación te contamos de qué forma podemos gestionar el estrés.
Discernir entre tareas urgentes y tareas importantes.
En primer lugar debemos distinguir entre aquellas cosas que son urgentes y las que es importante realizar. A veces consideramos que ciertas cosas debemos hacerlas sí o sí, y en verdad, nos equivocamos: no pasa nada porque no consigamos completarlas inmediatamente. Aprender a discernir qué cosas pueden esperar es fundamental para gestionar correctamente nuestro tiempo, y así, evitar el estrés.
Realizar actividad física.
Dedicar un poco de tu tiempo diario para hacer actividad física puede serte de gran ayuda para gestionar el estrés. Esta rutina provocará una sensación de bienestar que repercutirá en tu salud emocional y física.
Priorizar las tareas.
Desarrollar una adecuada planificación de las tareas en orden de importancia puede ser de gran ayuda para gestionar el estrés. De este modo, nada importante se nos quedará sin hacer, y podremos relajarnos más. Sobre todo debemos pensar que ciertas cosas que consideramos importantes, a veces no lo son, y no pasa nada si no las hacemos. Priorizar el tiempo libre también puede ser una buena forma de cuidarnos.
Eliminación de interrupciones.
En esta época en la que las redes sociales intentan absorbernos a más no poder, procurar que no ocurra, buscar el silencio y el tiempo tranquilo para trabajar y realizar nuestras tareas es fundamental. Aprender a eliminar las interrupciones puede sernos de gran ayuda para gestionar nuestro tiempo y evitar el estrés.
Planificación realista de la agenda.
Esta es una recomendación relacionada con todos los anteriores. Aprender a gestionar nuestro tiempo es fundamental y si llevamos una agenda realista, es decir que sólo contenga aquello que realmente podremos hacer, al terminar el día habremos podido cumplir con todo lo que nos proponíamos y habremos eliminado el estrés de nuestra vida.
No existen fórmulas mágicas para eliminar el estrés de nuestra vida, pero seguramente si nos lo proponemos podremos mejorar nuestra rutina y sentirnos más conformes con nuestra existencia. Y si nuestro artículo no te ha servido para tomar la determinación de cambiar tu vida en positivo, confiamos en que lo haga esta sentencia de la sabiduría popular: ¡A vivir que son dos días!