Uno de los síntomas más comentados en la consulta es la faltade sueño o los problemas para conciliar el sueño que pueden derivarse de otros asociados a dicho estado. En el texto de hoy vamos a tratar de arrojar un poco de luz sobre su casuística.
Cuando llega la noche, nuestro cuerpo experimenta una serie de cambios metabólicos y psicológicos normales, que generalmente, preparan a la persona para entrar en el sueño.
Esto sucede cuando todo va bien, pero ¿por qué entonces aparece la ansiedad? ¿Cómo podemos combatirla si sistemáticamente imposibilita el sueño? ¿Es posible estar bien durante el día y mal durante la noche?
Contestaremos a estas preguntas y a otras tantas, a lo largo de este artículo; pero antes, debemos aclarar un concepto bastante conocido dentro del mundo de la psicología: la ansiedad nocturna.
¿Qué es la ansiedad nocturna?
Para entender este concepto y definirlo fácilmente, podemos desglosarlo en sus dos componentes: ansiedad y nocturna.
Primero, la ansiedad es una respuesta del organismo presente en las personas de manera natural. Ha servido evolutivamente a la especie humana para hacer frente a los potenciales peligros que podría poner en riesgo la supervivencia del individuo.
Por tanto, la ansiedad, como respuesta física y psicológica es normal. El problema es cuando aparece con mucha frecuencia e intensidad, en situaciones que en realidad, no son perjudiciales ni peligrosas para la persona, ya que esta respuesta, tiene un coste.
En segundo lugar, como resulta obvio, “nocturna” hace referencia a que aparece por la noche. Normalmente después del día lleno de actividades, trabajo, etc; y en especial, cuando se acerca la hora de ir a dormir.
Efectos y síntomas de la ansiedad nocturna
La ansiedad nocturna tiene los mismos efectos a corto y largo plazo que cualquier otro tipo de ansiedad, pero con algunas particularidades.
Fisiológicos
Sensación de falta de aire, ritmo cardíaco acelerado, escalofríos, temblor, sudoración, ganas de ir al baño, cansancio cuando la ansiedad se mantiene durante mucho tiempo, etc.
En definitiva, respuestas físicas que aparecerían en cualquier persona que se tuviese que enfrentar a un peligro.
Además, la suma de estos síntomas fisiológicos con los siguientes, puede provocar un insomnio más o menos acusado y constante en la persona. Este será un tema clave, porque la falta de sueño grave en cualquier persona trae consigo numerosos efectos adversos y síntomas para lo largo del día que pueden crear nuevos problemas o perpetuar los existentes.
Cognitivos (pensamiento)
Los más frecuentes son los pensamientos recurrentes (ideas que vienen constantemente, o temas que repasamos mentalmente de forma repetida), percepción de que el tiempo pasa muy despacio, y focalización de la atención sobre los síntomas, en especial los fisiológicos.
También suele suceder, que conforme se acerque la noche, la persona piense sobre la ansiedad y la anticipe incluso antes de llegar la noche; cosa que vivirá con preocupación.
Emocionales
Las respuestas emocionales que suelen aparecer con la ansiedad nocturna son de tristeza (sobre todo cuando el problema se cronifica, por la desesperanza de que siempre siga así) y la frustración, de no poder dormir bien.
Además, dependiendo de los temas (pensamientos) que aparezcan, el abanico de emociones puede variar significativamente.
¿Por qué tengo ansiedad cuando duermo?
Existen dos motivos por los cuales, puede aparecer ansiedad cuando vamos a dormir.
1. Estrés diurno
La rutina que tenemos a lo largo del día condiciona con fuerza cómo nos sentimos por la noche. Si tienes por ejemplo un trabajo muy estresante, es posible que ese estrés se materialice por la noche, sobre todo cuando lo has ido acumulando.
Además, cuanto más cercanos sean los momentos de estrés por el día, con respecto a la noche, más fácil será que nos aparezca la ansiedad nocturna.
Por ejemplo, no es lo mismo trabajar por la mañana en un trabajo estresante, que por la noche. En el segundo caso, la ansiedad nocturna aparecerá con mayor facilidad.
2. El silencio de la noche
Esta puede ser la causa principal más frecuente. Decimos “principal”, porque por lo general, ambos tienen un peso mayor o menor.
Durante el día, vamos con el piloto automático para hacer frente a los pequeños (o grandes) desafíos que se nos presentan. Pero al llegar la noche, la cantidad de distracciones son menores, el silencio llega y el tiempo para pensar y focalizar la atención en nuestro interior aumenta.
Esto hace que por la noche, entremos en contacto con pensamientos y sensaciones que nos provoquen ansiedad y que habían estado ocultas durante el día.
¿Qué hacer si tengo ansiedad por la noche?
A continuación, te damos algunos consejos que te recomendamos que apliques para reducir los niveles de ansiedad nocturnos.
1. Limita el uso de pantallas.
Varias horas antes, limita el uso de pantallas (móvil, PC, televisión, etc) antes de irte a dormir. Incluso, limita la intensidad de las luces de tu hogar haciendo que acompañen a la intensidad del día.
2. Haz deporte
El deporte ayuda al metabolismo a regularse. Si lo haces por la tarde o cuando ya ha caído el sol, intenta que no sea excesivamente estimulante; más bien de intensidad baja o moderada.
3. Detecta el problema
Esta será la herramienta más útil pero difícil de aplicar. Si hay uno (o varios) problemas en tu vida que estás arrastrando y te están generando ansiedad, resolverlos será crucial para poder pasar página.
Si este es uno de los motivos principales por los que tienes ansiedad, es posible que debas pedir ayuda a un psicólogo para resolverlo.
4. Elegir las actividades
Conforme se acerque la noche, elige actividades que generen poca activación. Evita tratar temas laborales o en general que te resulten estresantes. Haz cosas que te faciliten la relajación física y mental, ya sea un baño, leer o meditar. Cada persona tiene sus propias preferencias.
5. Acude a un profesional
Si has intentado poner solución de varias formas, pero no consigues resolver el problema, acudir a un profesional de la psicología será la mejor opción para comprender y cortar el problema de raíz.
Biografía:
- Bobes García, J. (2001). Trastornos de ansiedad y trastornos depresivos en atención primaria. Barcelona, etc.: Masson.
- González-Ordi, H. (1997) (Ed.) Técnicas de reducción de ansiedad. Murcia: Compobell (Ansiedad y Estrés, 3(2-3), pp. 115-358, número monográfico).
- Vallejo Ruiloba, J., & Gastó Ferrer, C. (1990). Trastornos afectivos: ansiedad y depresión. Barcelona: Salvat.